Wednesday, July 22, 2009

La blanca cúpula de la iglesia de Monserrate mira gran parte de la ciudad, esa cúpula brillante y maciza pegada sobre la loma verde, al lado de unos eucaliptos esbeltos y elegantes. Palomas torcazas sobrevuelan los techos de los barrios capitalinos, en parejas y en su mayoría solas, como lo hago yo y siempre lo he hecho. Todos vemos las nubes pasar sobre el impecable cielo de agosto, también tranquilas y livianas, impelidas por el viento sabanero. El teleférico hace su habitual rutina diaria de subir y bajar pasajeros cada tantos minutos mientras otros tantos suben a pie hasta el santuario, deseando extasiarse de nuevo del exhaustivamente detallado panorama que la vista nos da, el saber que el viento puro y frío al entrar por la piel, como estos rayos solares que consienten todos los días a los visitantes temporeros de Santafé.

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